martes, 31 de mayo de 2011

Fortalecimiento de las Habilidades para la Vida para Jóvenes y La Envidia

 
 
La envidia es una relación de intensa pasión o deseo por tener lo que tiene otra persona, como puede ser comunmente el llamado carisma, conformado por la actitud, el aspecto físico, las pertenencias y los logros. La intensidad del deseo llega a confundir los límites de la realidad y de la propiedad, la perosna que envidia los transgrede para quitarle el objeto que desea o impedir a quien posee lo que no tiene, lo siga gozando, sin tener consciencia de que el objeto del deseo sigue siendo la persona misma, ignorando el significado simbólico que representa los que desea puesto que no es accesible a la conciencia del envidioso, pues sentiriria la falta y el dolor.
 
La intensidad del deseo, con-funde lo funde con la otra, sin permitirse a sí misma desarrollar sus propia identidad estable, erigiéndose en este proceso como una imitación, una identidad difusa que representa un riesgo psicosocial. 
 
Mucho se habla de que existe una envidia mala y otra buena, “envidia de la buena”, dicen algunos. Neenan y Windy (2004)  señalan con algunos ejemplos las diferencias entre la envidia malsana y la envidia sana siendo la primera dirigida hacia la persona que tiene o es lo que se desea ser o tener la persona envidiosa quien quiere quitar, impedir o denigrar, a la otra y en esta dinámica se denigra la misma persona, bloqueada sin aceptar y sentir el fracaso como motivación. 
 
La envidia sana la refieren más evidente pero sin dañar a la otra persona y sin dañarse a sí misma.
 
En este último punto no coincidimos con estos autores, para nosotros la envidia tiene un componente de negación de la propia identidad que implica una amenaza en lo individual y en lo social. 
 
En síntesis y con otros ejemplos, señalados por los autores, comentaremos algunas de las manifestaciones de la envidia.

La envidia, la sufre el envidioso: Se expresa cuando se compara y en ésta reafirma su desventaja; por ejemplo: “tan bonita que estoy y aquella tan fea y tiene más éxito con los galanes, que desgraciada soy, me verán como la más desdichada”. Esta afirmación la puede pensar o expresar abiertamente más no conscientemente; ella construye una realidad donde prefiere sentir la desdicha a aceptar su baja autoestima.  Distorsiona la realidad porque piensa por otros, no por sí misma y el efecto de este pensamiento es una desvaloración de la propia personalidad. 
 
Otra forma cómo actúa la persona envidiosa es rebajando el valor de lo que desea; “el novio que tiene fulana es guapo pero se me hace que no sabe besar y me parece medio zonzo”, esta actitud no parece tan destructiva pero es un autoengaño, intelectualiza y anula su propio deseo de tener el éxito de la amiga.
 
El envidioso se puede convencer que en realidad está mejor sin lo que desea, e incluso, que es superior de algún modo; “yo no me titulé porque no quise, ¿para qué quieres tanto titulo? si yo tengo mejor carro que tú y gano el dinero que quiero, sin estudios”. Esta afirmación manifiesta una intención de reafirmase a través de los objetos o pertenecías, pero el simple hecho de compararse y ponerse por encima del otro evidencia su envidia, un prejuicio que le imposibilitará tener algo más que dinero.
 
La persona envidiosa puede convencerse de que lo que tiene es igual o mejor a lo que tiene la otra; “yo soy más que tú, soy jefe, yo mando y por lo tanto soy más inteligente que tú”. Se evidencia en su prepotencia la poca inteligencia, miedo frente a las cualidades del otro y como dice el refrán; “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
 
También, el envidioso puede convencerse de que puede conseguir lo que tiene la otra persona si quiere o no; “cuando yo quiera tengo eso que tienes y hasta mejor, pero no me interesa”.  Esta tendencia podría entenderse como una actitud de competencia, pero sin embargo, al afirmar que “no le interesa” se está autolimitando,  y aún cuando podrá hacer esfuerzos difícilmente alcanzará lo que desea porque se está negando y no se escucha a sí mismo. 
La envidia también daña a otros al impedir, negar o quitar a la otra persona envidiada el objeto del deseo; “mientras yo esté no llegaras a donde quieres, de mi depende”, “le voy a quitar al novio para demostrarle que yo soy mejor que ella”. Denotándose un carácter malévolo de fuerza destructiva, en este sentido, la envidia en su paso al acto puede causar todo tipo de daño. 
 
La persona envidiosa evidencia su envidia, le dice cínicamente a la otra lo que piensa acerca de lo que tiene comparándose con ella en una actitud de competencia abierta y con el afán de destruirla.
 
Esto es una demostración de su frustración, de no tener lo que tiene la otra. Una actitud abiertamente violenta, de descargara emocional, que muy lamentablemente la persona envidiosa sufre sin darse cuenta que daña a la otra persona.
No visualiza cómo conseguir lo que desea sin quitarle, impedirle o desearle el mal a la otra persona, porque le ha resultado más fácil o le es más familiar actuar con violencia.
 
Desmiembra, le quita a la otra lo que desea, le coarta la posibilidad de ser, o de desarrollarse, al menos en su imaginación. 
Ante estas actitudes de enunciada envidia, la persona envidiada podrá poner en práctica sus  habilidades cognitivas y emocionales; capacidades de escucha, análisis, anticipación y resolución del problema declarado. 
Podrá poner en práctica su habilidad para llevar a cabo acciones planeadas y de su voluntad dependerá si se deja o no permitir se le dañe. 
 
La envidiosa goza como el sadomasoquista y difícilmente acepta lo negativo de sus pensamientos, no reconoce la fuente de sus sentimientos destructivos, niega sus deseos y merma la constitución de su identidad. 
 
La envidia sana, según Neenan y Windy  se expresa con franqueza, abiertamente el envidioso le dice a la otra que lo que tiene también lo desea tener, pero no se denigra a sí misma ni al objeto de su deseo, pide consejo para conseguir lo que tiene el otro, lo felicita por tener lo que él también desea, o compadece sin regocijarse en su sufrimiento y lo alienta. 
 
Para nosotros esta envidia sana como la planten estos autores no existe. 
 
Al respecto, es común observar actitudes simuladas en personas hipócritas quienes intentan esconder la envidia sobreactuando en un supuesto aprecio hacia otra persona pero con esta simulación dejan ver actitudes incongruentes y comentarios que generan una confusión; es cuando decimos "Que rara la persona" o sentimos como que "algo no nos cuadra".
 
La envidia es una paradoja; al querer privar a la otra persona se le está confiriendo el poder de ser un objeto del deseo. La satisfacción de quitarle lo que desea, a la otra, refleja la inferioridad y la amargura de no poseer o ser. 

La envidia es una conducta que se confunde con la competencia y con los celos, pero es una falta de habilidades sociales, cognitivas y emocionales fallidas en la constitución de la personalidad, y es una falta que dificulta disfrutar a las personas y vivir de una manera más constructiva .

Mtra. Psic. Elsa Ruth Pérez Lagunas
 



 








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